Cuando Timothy Berners-Lee pasaba un tiempo en ERCIM, a principios de los años 90, se encontró a mucho personal trabajando ya con ordenadores. Cada uno el suyo, de su marca, de su sistema operativo, con su impresora…
Pero también se encontró una casi absoluta falta de comunicación entre esos equipos de forma que lo que uno escribía, era bastante complejo poderlo pasar a otros.
En esencia, el contemplar este proyecto hizo a Tim ver el HTML (Hypertext Markup Language) y esto dio como resultado ni más ni menos que la WWW: La Web.
HTML y otros códigos adicionales tuvieron para Berners-Lee siempre la idea de la estandarización: de que Las máquinas pudieran hablar un lenguaje común y transmitirse información independientemente de sus características y que las personas pudieran acceder a esta información de forma independiente a sus máquinas y a su condición física.
Por eso, cuando Tim decide no vender el invento a nadie sino crear un consorcio donde TODOS trabajen por la estandarización de la red, el llamado W3C, crea inmediatamente un comité transversal, el WAI (Web Accessibility Initiative), que asegure que TODAS las recomendaciones que dimanen del W3C aseguren la accesibilidad TOTAL a la web y sus servicios.
A pesar de lo dicho, ni las directrices, consejos y estándares que provienen del W3C son cumplidos, ni los humanos hemos perdido la costumbre de alzar barreras cada vez que progresamos. Si cuando el TAM-TAM era herramienta de comunicación ya se excluía a las personas sordas, o con las señales de humo a las ciegas, con la INTERNET se han ido creando barreras importantes que afectan todavía hoy a muchas personas. Estas barreras han evolucionado con el tiempo pero siguen ahí y, además, la propia evolución de la red, de la INTERNET DE LAS COSAS, de la web en sí misma, crean barreras diariamente.
Quizás algunos recuerden las épocas en que en un sitio de venta de productos, por ejemplo, se podía leer: Se ve mejor con INTERNET EXPLORER X.X o, lo que es peor: Para navegar por este sitio es IMPRESCINDIBLE usar INTERNET EXPLORER X.X. ¿Alguien concibe una tienda donde se obligue a las personas a por ejemplo vestir de determinada forma para entrar?
Afortunadamente esta barrera la ha derribado el propio mercado. Los grandes gigantes de la venta por internet funcionan casi con TODO y para TODOS. Personas mayores, personas con diversidad funcional de todo tipo, casi todo el mundo, puede comprar con dos o tres clicks. Pero no hace tanto que esto ocurría.
Podrían ponerse muchos más ejemplos pero pasemos a la actualidad:
La web sigue siendo compleja de acceder para muchas personas, las mayores entre ellas, que muchas veces no comprenden bien su lenguaje, bien su estructura, o ambas. Los sitios de muchas administraciones públicas son un claro ejemplo de lo dicho.
En la banca, por seguridad, se instalan unos sistemas de acceso y de identificación tan complejos (botones que cambian de sitio, claves que SOLO se pueden marcar haciendo click etc.), que muchas personas simplemente no usan la banca electrónica por no poder entrar en sus propias cuentas.
La Web como interfaz de cosas, que empieza ahora a usarse con la llamada INTERNET DE LAS COSAS, adolece en muchísimos casos de las mínimas garantías de accesibilidad y de usabilidad. No se piensa en las personas, que son en realidad quienes han de manejar esas COSAS.
También muchas webs de venta de artículos no tan grandes como las gigantes mencionadas (ventas de billetes de tren y autobuses y otras), adolecen de criterios de accesibilidad y usabilidad.
Es claro que desde el punto de vista puramente de mercado, excluir a personas de la participación digital nos hace perder clientes; y no son precisamente meros clientes potenciales. Son personas que, además de derechos, que los tienen, tienen también capacidad económica para e-comprar nuestros productos y servicios.
Desde el punto de vista del derecho, el no otorgar acceso a determinados servicios necesarios (banca, etc.) y desde luego a servicios públicos como administraciones, vulnera leyes en muchos países.
Durante mucho tiempo las soluciones de accesibilidad han pasado por costosos procesos de auditoría que, además de caros en sí mismos, hacían remodelar los sitios web a sus propietarios, que no siempre recibían con buenos ojos estas soluciones.
La Web, por otra parte, ha cambiado tanto, es tan dinámica, se auto genera a sí misma de tal manera, que las soluciones tradicionales ya no son útiles en muchos casos.
Ha llegado el tiempo en que hay que aportar soluciones inteligentes y tan dinámicas como la propia Web que, sin intervención de los propietarios de un determinado sitio, sean capaces de convertir éste en un lugar accesible y configurable según las necesidades de la persona que accede.